Amelie:

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"Usted tampoco podría ser una alcachofa porque incluso las hortilizas tienen corazón"

sábado, 3 de septiembre de 2011

Historias de princesas




Siempre le contaban historias de princesas que se rinden al guaperas del príncipe azul pero nunca creyó en ellas, prefería jugar con su muñeca de trapo e imaginar infinidad de aventuras emocionantes. Algo le decía que eso en verdad no existía y que si existiese la ínfima posibilidad no sería ella la que acariciaría el cielo sucumbida ante ese perfecto mortal idealizado.

Seguían empeñándose en hacerle creer que de algún modo u otro, tarde o temprano unas mariposas revolotearían en su estómago, mas ella lo tomaba como una falacia más de tantas otras.

Con el tiempo su muñeca se convirtió en harapos de colores. Intentaron cambiársela por una de esas con cara de porcelana, tan perfectas y delicadas, una Barbie, una Nancy o una de esas princesas en las que no creía pero no podía hacerlo, no estaban a la altura, eran como todas las demás, no tenían nada especial. Ella ansiaba volver a tener a su pequeña Trapitos bajo sus brazos, necesitaba sus abrazos. Sabía que una sustituta no significaría lo mismo, jamás ninguna otra podría transmitirle todos esos sentimientos y emociones. Echaba tanto de menos a su compañera de juegos.

Ahora piensa que algo de razón si había en eso de que las princesas existen, cualquiera que lo desee puede serlo solo hay que creer en ello. Ella tuvo la mejor princesa de todas su muñeca de trapo, a pesar de no ser ni la más guapa, ni tener dotes refinadas, era auténtica, era la protagonista de las fantasías de una niña.

En cuanto a eso de las mariposas… no hace mucho tiempo comprobó que, aunque nunca había confiado en ello, llegaba un momento en el que la vista se nublaba, no lo podía detener por más que lo intentaba, no era uno de esos guaperas, pero para ella era un verdadero príncipe azul.

Su historia, la que había soñado con Trapitos, comenzó a hacerse realidad y una sonrisa se dibujo en su cara pensando que al fin las cosas era como tenían que ser ahora la princesa era ella y no era la más perfecta.

Aún, a día de hoy, esos harapos que tiempo atrás la habían divertido tanto , siguen guardados en un cajón. Ahora quizás sea el momento de deshacerse de ellos, ahora que el sueño ya está cumplido, ahora que Ella y Trapitos lo han vivido.

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