Amelie:

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"Usted tampoco podría ser una alcachofa porque incluso las hortilizas tienen corazón"

domingo, 7 de marzo de 2010

Habita dentro de mí, me enseña a no perder la cabeza.




Un buen día desperté con júbilo a esa peculiar criatura que habita dentro de mi,un duende que me ilustró con su sabiduría,que me enseñó todo lo que sé. Aún puedo recordar cómo refunfuñaba, era un día como el de hoy, sombrío. No paraba de gritar mientras yo prendía fuego a una vela, para ver cómo la cera se derretía y cogerla en mis manos para moldearla suavemente. Aquel duendecillo me enseñó algo nuevo, "no despiertes tu vulgaridad interior". Todo lo que me sucedía me mantenía en vilo. No podía comprender lo que estaba viendo, algo se consumía en mis adentros. No sabía el que, pero llegué al colofón, estaba notando cómo se iba mi zafiedad para dar paso a un nuevo ser peculiar tan pequeño como el otro, pero igual de poderoso. Me estaba convirtiendo en una persona cortés a la altura de las circunstancias que en esos momentos llenaban mi rutina de almanaques llenos de eventos a los que asistir. Quise patentarlo pero no me dejaron, quise darle vigor, quise darle las gracias por acabar con mi ineptitud. Él me recordó el linaje al que pertenezco para que tenga los pies en suelo, porque aunque el éxito inunde mi alma, la vida que me rodea es la misma de siempre, esa que no cambia cuando poso mi cabeza sobre la almohada y me quedo dormida un día más.

Solo sé que mi pequeño amigo un buen día cambió y dejó de atormentarme, yo hice lo mismo y ahora soy cómo soy, vivo la vida al límite con la sesera bien amueblada, tal y como el duende me mostró, a la vista de todos vosotros, necesitaba cambiar.

1 comentario:

  1. Supongo que todos tenemos un duende interior, pero discrepo, creo que jamás nos abandona. Es más, sigue enseñandonos a lo largo de toda nuestra vida. La magia de descubrir el sabor del día a día, los pequeños detalles, las sonrisas, un café bien cargado un día de lluvia, el alcohol que se derrite con los hielos. Las peleas y los buenos momentos. El duende es vivirlo todo como uno mismo, es tener la valentía de quitarnos la careta y no aparentar.

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